Hola a todos, bienvenidos una vez
más a In Your Own Times. Estamos aquí por una sola razón, y es el
lanzamiento del noveno álbum de Coldplay, que llevamos esperando desde el 2019,
dado que no quisieron hacer una gira para un álbum tan precioso como lo fue
Everyday Life, pero estamos algo decepcionados con el resultado del álbum,
aunque no tanto como cuando salió A Head Full of Dreams en el 2015. Estamos listos para reseñarlo, aunque no estamos tan optimistas en esta ocasion, así que, sin más preámbulos, vamos a proceder.
Music of the Spheres, Vol. 1. Un álbum conceptual que se queda varado en el espacio
El álbum fue anunciado con misterio, igual que todos sus lanzamientos desde siempre. Las señales aparecieron desde la era del Everyday Life. Después anunciaron con platillo y bombo al nuevo productor, Max Martin, famoso por hacer el grueso del pop comercial que tenemos, y por trabajar con Britney Spears, Ed Sheeran y Taylor Swift, y también misteriosos sonidos y caracteres aparecían por el mundo del internet. Crearon todo un concepto espacial, un sistema solar intergaláctico, un lenguaje para cada planeta y una historia por contar, que pintaba para ser algo más épico que la space opera presentada en Mylo Xyloto (2011), pero que no se le vio por ninguna parte. La primera advertencia fue el nuevo productor, y cuando alguien que no conoce bien el trabajo previo mete su cuchara, pasan cosas como las que ocurrieron en esta ocasión.
Tenemos un álbum con errores, a medias, con un concepto que pudo ser mucho mejor explotado, pero que se quedó en suspensión en el medio del espacio, en un desierto de pop genérico, con un oasis al final del camino, que por más lejos que quiso salir de la Tierra, insistió en quedarse. Tampoco es novedoso en el mensaje transmitido, pues Chris Martin insiste en creer en el amor, algo con lo que lleva ya bastante tiempo, y da la impresión de un estancamiento creativo. Ligeramente superior al A Head Full of Dreams, pero que falló en sus pretensiones iniciales y en su grandilocuencia. Algunos aciertos que tuvieron:
- Se presenta una línea de space rock, tanto en las líricas como en lo que se presenta en momentos en algunas canciones.
- Tomamos viejas canciones descartadas en eras anteriores, y retomadas en este concepto, con resultados que van de lo épico a lo decepcionante.
- Coldplay se atrevió a experimentar con el shoegaze nuevamente.
- A pesar de no aterrizar bien el concepto, casi todas las canciones están inmersas en la atmósfera sideral que planeaban inicialmente.
- Jon Hopkins y Davide Rossi hacen su gala de presencia para crear las camas sintéticas y las secciones orquestales, respectivamente, salvando al álbum de lo que podría ser una completa catástrofe, pero en momentos perdiéndose en las capas y capas de sonidos presentes.
- Básicamente se volvieron expertos en la creación de las capas de sonidos sintéticos y en el manejo de escalas musicales.
- La parte visual y los videos musicales muy bien trabajados, haciendo buen uso de los hologramas y de los efectos especiales. ¡Están de película!
Ahora sí, la reseña canción por canción
El primer tema en aparecer es Music of the Spheres I, que nos da un intro de lo que nos depara el álbum. Totalmente atmosférico y espacial, sirviendo de introducción a la primera canción del álbum.
Higher Power musicalmente es olvidable. Posee una base de percusiones electrónica, con un bajo que resalta bastante, un sonido ochentero, en momentos new wave, alcanzando cierto clímax después del bridge. La letra tampoco es novedosa, pero en conjunto, la canción es movida, y si algo logrará es levantarte de tu asiento. No hay más.
Humankind llega como la segunda mejor canción del álbum, como algo glorioso llegado del espacio exterior, con vocoders que simulan voces alienígenas, nuevamente sonidos ochenteros, una cama de sintetizadores muy a lo The Who, creada por Jon Hopkins, viejo colaborador de la banda, destacando la guitarra electroacústica y las múltiples explosiones, una emoción que me recuerda a Charlie Brown (Mylo Xyloto, 2011) lanzada hace 10 años, y también a Life in Technicolor (Viva la Vida, 2008). Muy seguramente dará de qué hablar en los conciertos ¡Un temazo!
Seguimos con el interludio Alien Choir, nuevamente una inmersión en lo oscuro y lo profundo, como el soundtrack de Halo 2 (Martin O'Donnell & Michael Salvatori, 2004), para llegar a la tercera canción, que es toda una joya. Let Somebody Go es una colaboración preciosa con Selena Gomez. Suena en momentos a Up in Flames (Mylo Xyloto, 2011), y en momentos recuerda un poco a Elvis Presley, como ya sucedió con WOTW/POTP (Everyday Life, 2019), acompañada de un piano y sonidos metrónomos marcando el ritmo. Líricamente está fuera de lugar en el concepto del álbum, pero por sí sola, ofrece una maravillosa química entre ambas voces.
Coldplay con Jacob Collier y las chicas de We Are KING en el Global Citizen 2021 |
Seguimos con Human Heart,
atmosférica y acapella. Una triple colaboración entre Jacob Collier y las chicas
de We Are King. Contiene elementos de la música africana, elementos folk y una
química estupenda entre todas las voces. La letra es la mejor del álbum,
hablando de la humanidad que cada uno posee. Un tema corto, y en momentos
parece sencillo, pero no lo es. De todo el álbum es la que se robó el corazón de muchos, incluyendo el mío.
People of the Pride es algo nunca visto en Coldplay, y data de las grabaciones del Viva la Vida. Contiene un riff agresivo y una base de batería progresiva, con momentos donde Guy Berryman brilla con el bajo. El sonido recuerda a U2 y también parecería que Jonny Buckland y Matt Bellamy se divirtieron un rato en el 2007 ó 2008, pues suena también a Uprising de Muse (The Resistance, 2009). Es un oasis de rock en medio de un desierto de pop sintético (y en muchos momentos genérico). Tercera mejor canción del álbum.
Byutiful (si, mal escrito,
pa’ llegar a la chaviza) es algo totalmente sintético, y musicalmente un
intento fallido de vocoders aliens, grabados por Chris Martin. En gustos es
polarizada, pues la amas o la odias. Es una de las canciones donde Davide Rossi
(viejo colaborador de la banda en las partes donde hay secciones de cuerdas) metió
las manos, pero no se le escucha su grandiosidad por ninguna parte. Me recuerda mucho a las canciones de Andrew Applepie, conocido porque sus canciones son prácticamente de licencia libre y todos las usan como música de fondo en los videos de youtube.
Music of the Spheres II es
un interludio pasable, olvidable, a medias y sin conexión aparente, con error
en la transición hacia la siguiente canción. My Universe es el ganchito
comercial del álbum, dado que es una colaboración con BTS. Las army llevan un
mes vueltas locas con la noticia y la canción. Una vez más, sin aportar nada nuevo,
pero con un ritmo totalmente dance, que gusta al oído y te hará ponerla on
repeat hasta que se te derrita el cerebro y se te escurra con las orejas. La versión acústica tiene un outtro de piano que suena precioso, además del remix hecho por Guy Berryman, que es todo un malviaje y otorga un sonido muy a lo Apparatjik (la otra banda en la que colabora).
Infinity Sign ilusionó a muchos, pues creímos que sería la versión de estudio de Life is Beautiful, compuesta como regalo a México después del terremoto del 19 de septiembre de 2017 y estrenada en San Diego, California, pero de eso solo queda la cama sintética de Jon Hopkins y el olé olé olé de fondo. Posee una base de percusiones constante en su ritmo y un arreglo de piano. Cualquiera esperaría que apareciera algo más, pero también es una de las pocas y contadas novedades que ofrece el álbum. Recuerda un poco al shoegaze mostrado en Chinese Sleep Chant (Viva la Vida, 2008) tirándole también al dream pop. Nada más que decir, buen tema.
Coloratura es LA canción. Un cierre que sostiene un álbum que se quedó a medias en su concepto y en la composición, de una manera preciosa, épica, pulcra y con bastantes elementos que la convierten en una de las tres mejores canciones de toda la discografía. Davide Rossi se lució en las cuerdas, que hacen un intro magistral, y también un buen cierre. Está estructurada como una rapsodia, dividida en varias partes y con una enorme duración, que se siente corta a pesar de todo. Una atmósfera espacial y celestial envuelve todo el conjunto, acompañado hasta el final con el piano, con un riff glorioso del Sr. Buckland en el clímax, que recuerda al de Moving to Mars (Mylo Xyloto, 2011), y el piano al de Gravity (X&Y, 2005), manejando esa misma línea de rock espacial de esa gloriosa y épica era, y que te transporta directo a Marte. Muy probablemente inspirada en lo que Queen y Pink Floyd ya lograron, pero que Coldplay nunca se habían atrevido a hacer. El mejor tema del álbum, y decir eso es quedarse cortos.
Bien, una vez repasadas todas las canciones, analizadas, escuchadas, y también una vez que presentamos el resumen de la era, podemos llegar a la siguiente calificación.
Coldplay regresa el próximo año a nuestro país, anunciando hasta el momento 3 conciertos: en el Estadio BBVA de Monterrey, Nuevo León; el Estadio Akron de Zapopan, Jalisco; y el Foro Sol de la Ciudad de México. Espero de corazón que puedan conseguir sus boletos y puedan vivir la experiencia de asistir a un concierto de Coldplay, pues es toda una experiencia que recordarán toda la vida.
Esto es todo por el día de hoy, nos leemos la próxima.
Fin de la transmisión.